domingo, 30 de noviembre de 2008

Las cavernas de los cíclopes.


Pigmentaciones bajo el jacarandá, en el refugio místico, habían anunciado al Chamán las visiones del navío en sus sueños, que perturbaron el reposo de algodón, varios ciclos lunares, hasta hoy.
Que los guerreros, que las noches de nubes mágicas levitando la nave argonáutica, que la princesa del aire estallando de furia sobre el mástil, que el señor Cook calmando la ira de la aprendiz de bruja para que no lanzara ranas come lenguas sobre los otros barcos, no lograban sanar la mente del Chamán, que solo tenia pereza desde la mañana hasta el otro día.
En su noche de meditación, en unos de sus trances, logro llamar a la princesa del aire con su mente y molestar al señor Cook que se encontraba cómodamente en su sombrero encantador, para que le comunicara a Ema del suceso que le atormentaba.

Bajo las sombras de una vela se proyectó, sorprendido, logro ver como Daniela lavaba su rostro para irse a dormir, cuando ella sintió una voz susurrando entre los árboles del bosque “nos vemos en las cavernas de los cíclopes a las tres, bajo el claro de luna” mientras en la sombra del lupanario veía al señor Cook en uno de sus sueños de ser príncipe. Jugando con su mente, el Chamán lo derivó a otro de sus sueño en donde nuestro sufrido señor Cook es perseguido por letras gigantes que decían “avisad a Ema del encuentro en las cavernas de los cíclopes a las tres”. El señor Cook murmurando estas ultimas palabras decía : -“ Ema a las tres en las cavernas de los cíclopes, bajo el claro de luna” - repetía una y otra vez hasta el cansancio, un sueño realmente muy atormentador, padecía nuestro señor Cook.
Ema escuchando la desesperación de nuestro querido Señor Cook corre inmediatamente a su armario azul en búsqueda de su escoba volátil, dando a cuenta, de que Ema ni había terminado de leer las instrucciones de vuelos de escobas, calculaba entre moretones y caídas tres horas de viaje hasta llegar a destino.
Daniela trenzo su fértil cabello de niña con la instancia en el cual si cayera una estrella fugaz de los cielos, se echo a volar por el aire, moviendo estrellas y planetas fuera de sus órbitas cósmicas y zodiacales, para llegar en búsqueda del encuentro fijado.

La primera en llegar fue Daniela, con sus alas cansadas, se apoyó sobre las rocas del lago del los cíclopes, esperando a quien había enviado ese mensaje en el bosque, en una de esas ve, que algo cae del cielo a toda prisa girando como si fuera Saturno en un año bisiesto.
-¿Ema estás bien?, ¿te encuentras bien?- dijo Daniela.
-Sabia que tendría que haber aprendido a leer bien Francés, ¡pero quien iba a imaginar que todas las escobas voladoras se fabriquen allí! justo en la costa Azul de Francia- comento Ema y inmediatamente cayo el libro de instrucciones de “Como volar una escoba en tres pasos” mientras las dos observaban como la escoba era digerida por la luna, el libro de instrucciones quedo incrustado entre las rocas que minutos atrás sostenían el descanso de las alas de Daniela.
Vieron que algo se movía lentamente en el lago, la luz de la luna lo dejaba todo a la interperie, a la fuerza magica del espejo del sol, notaron que el Chamán nadaba en círculos
incontinuos, como si él, las hubiera traído sanas y salvas con energías de su naturaleza, desnudo, se despojo de toda naturaleza acuática, dirigiéndose rumbo Ema y Daniela.

El chamán les habla diciéndole:-“Yo las cite en este claro de luna con el objetivo de iniciar lo que mis visiones me han revelado”- Daniela comentó: –“Los oráculos también fueron muy claros conmigo, hablaron de encontrar el “Roble sagrado” y que hasta no escuchar el rugir de un león con melena dorada, los niños no descansarían, vivirían sin el milagro del sueño- el cual Ema saco una nota de su manga que decía “ Hasta que el León no ruja el sombrero no revelara mas secretos”- cerrando asi la reunión del claro de luna.
Con los primeros rayo de sol, la interesante conversación ya había trascurrido en confidencia del ultimo ciclo lunar de noviembre, derivando una nueva cita bajo el nombre de “ El árbol con forma de león”...
Continuara.
Miguel Ángel Porcel de Peralta.

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