lunes, 2 de febrero de 2009

Bajo una cúpula de uvas frescas


Los confines donde mora Prístina, la sacerdotisa, fueron el sitio de reunión de los Argonautas con la misión de convocar a la lluvia. Detrás del arco iris, junto al ábaco de los infortunios y sobre el lago de las mil maravillas perdidas, con la puerta de su palacio abierta y una mesa adornada de cristales de escarcha y manzanas rojas en cestos de azúcar, ella los esperaba. Su reino encantado tiene las palmas de las manos extendidas de cara al cielo y ventanas con contornos de coral, abiertas de par en par como ojos espejados. Desde allí contemplan a los hombres las fuerzas del futuro y el pasado.
De a uno fueron llegando, Driante con sus mapas y papiros plegados bajo su brazo, desenrollando pergaminos de arena con huellas húmedas de pensamientos y aroma a antiguos mares. Ema y el Chamán, navegando por su río púrpura donde vierten sus lágrimas los brujos para que los muertos revelen sus secretos, remando en contra de las corrientes que ansían devorarlos en una noche de silencio sin fin. Aril abandona a Mid huel cuando la tarde exhala las últimas luces y emprende su vuelo en su más pequeña y amada nube, su llegada la anuncian sus hadas con un susurro al oído de Ema y un suave aleteo sobre la melena gris de Driante y, antes de que acaben de trinar los pájaros, ya los cinco bebían del cuenco sagrado, compartiendo sus secretos.
En el jardín flotante, único lugar del universo nacen los manzanos cuyos frutos regalan la luz del otoño y la calidez del consejo, bajo una cúpula de uvas frescas, el Chamán dibuja el mandala. Todos los elementos que lo habitan son sacralizados, un ojo visionario, un brazalete de culebras, una alfombra de hojas cárdenas, las llaves del alma, un libro de sabias hojas amarillas, entre otros. Todos dispuestos a ser agitados para desintegrarse vibrando en la música invocada.
Los Argonautas funden sus dedos en la infinitud de las notas que dan vida al llamado y antes de disolverse bajo la lluvia la Maga de las Estrellas los envuelve con su presencia lumínica, envolviéndolos en alas de mariposas, llevando a volar sobre sus alitas de colores los torrentes de magia que hacen llover con sus palabras, sus voces, sus miradas.Tal vez esa noche en algún lugar hayan llovido esmeraldas de esperanza y sueño y la maga haya humedecido con el agua de sus almas las esporas derramadas sobre el bosque y por sobre los puentes donde dialogan las galaxias.
Aril

1 comentario:

Carina dijo...

Preciosa crónica, Aril, qué bueno que tuviste ganas de escribirla. bellas matáforas..muy lindo clima el que armaste con tus palabras de nubes bonitas.
Después voy a subir los textos. El de Migue no lo tengo aún...

Un besito