viernes, 3 de abril de 2009

Llamado a una próxima misión

Llevaron los argonautas la lluvia en sus cascos. Ema, siempre prendada de nubarrones, removió los fondos de sus sombreros mágicos para verter sus versos. El Chamán prestó sus lágrimas de niño para fertilizar la ronda. Mientras que, Aril bailaba en círculos agitando los vientos, Driante y Prístina, declamaban la serenidad de sus almas nutridas de experiencia para dar las nuevas coordenadas a los navegantes.

Y dijo la Sacerdotiza: Antes de partir debemos reconocer los pasos sobre nuestras sendas y así poder trazar nuevos caminos...

Y dijo Ema: Deberemos escuchar a nuestro corazón para saber hacia dónde queremos ir. Nosotros hacemos el camino, y cada uno sabe por dónde quiere tomar, o al menos intentarlo. Habrá quienes hagan diez pasos y deshagan cinco, como si fuera un juego infantil, como si no quisiéramos llegar.
Habrá quien tome un camino que sólo vaya por tierra, que no cruce ningún río, sin que haya puentes ni fronteras para vencer. Otros sí necesitarán cruzar y volver a sus orígenes, removiendo los obstáculos.

Y siguió pensando: ¿Qué dejamos detrás, en el camino?
Nombres, ojos, libros, música, vicios, terquedades y caprichos, que no nos llevan a ninguna parte. ¿Cómo serán nuestros pasos? ¿Sobre qué caminaremos, descalzos, sobre las hojas, a la orilla el río, a la orilla del mar?

"Repasemos nuestro camino de individuos para luego pensar como Argonautas donde queremos ir"
Este fue el mensaje final...

Bajo la cúpula de uvas en el jardín flotante, cuando la tarde dormía con la promesa de la lluvia en su regazo, los Argonautas acordaron su próxima misión.

1 comentario:

Carina dijo...

Lindísima te quedó la crónica, tiene un toque muy mágico... muy argonauta. Ema sigue bajo los nubarrones, las lluvias han de acompañarla largo rato parece...

Un besote, te quieroooo